La búsqueda

Un día de lluvia Julián empezó a buscarse sin haberse perdido, para entonces era muy pequeño y no podía comprender lo que eso significaba.

Poco a poco se construyó de forma tal, que quienes le rodeaban se sintieran orgulloso de él y así fue haciendo de su vida escalones;  entonces,  cada vez que alcanzaba el sitio donde antes había querido estar se anteponía ante él un peldaño más grande que el anterior. Fue haciéndose mayor igual que los escalones de su vida y sin importar cuantas veces los conquistara miraba hacia el frente pues estos no cesaban de crecer. No era agradable mirar hacia atrás, Julian no solía celebrar sus logros porque se concentraba junto a ellos también muchos desaciertos y esto le impedía valorar lo avanzado.

Un martes, de octubre otoñal, Julián se percató de que se había perdido a sí mismo, buscando cada día quien ser ya que se distraía trabajando en convertirse en lo que creía que debía entonces fue coleccionando inseguridades, ansiedad y con cada acto fallido tristezas y autorrepresiones.

No fue todo mal, reconocía que había logrado alegrias y regalos de vida que a veces pensaba inmerecidas.

Julián sosteniendo su taza en aquella fortuita tarde de enero,  café empezó a darse el permiso de ser, y en la tentativa y a tumbos inició ese «será suficiente»  caminando hacia una sola dirección: ¨parar de buscarse y dejarse ser»…Descubrió que no se había perdido jamás pues todos nacen con esencia y no se necesita agregar un título a SER, que lo fue  desde el momento de su concepción, y así miro su vida finita como aquellas cosas que no llevan otro rumbo o destino más que el de existir.

     ¡Bravo por Julián!

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